Construcción ecológica, construcción verde o construcción sustentable o sostenible se refiere a las estructuras o procesos de construcción que sean responsables con el ambiente y ocupan recursos de manera eficiente durante todo el tiempo de vida de una construcción. Este tipo de construcción busca evitar y, en algunos casos, deshacerse de la contaminación del medio ambiente.
Dentro de la construcción ecológica encontramos la arquitectura bioclimática, enfocada en la optimización del uso de la energía a través de la adaptación de los edificios a las condiciones climáticas de su entorno.
Historia
Las viviendas históricamente se construían como un orgullo personal primero y lógicamente comunitario. Con el tiempo incluso llegaron a ser un signo de distinción y aparecieron palacios y edificios emblemáticos como los que creó el modernismo catalán en la Barcelona de principios del siglo XX o el racionalismo en la Europa de los cielos grises. Primero con las colonias fabriles de la revolución industrial y luego tras las guerras fratricidas y violentas que marcaron la primera mitad del siglo XX, la vivienda dejó de ser un elemento cultural para convertirse tan sólo en un espacio de alojamiento imprescindible para garantizar la productividad de los trabajadores.
Esta visión llega a su paroxismo con la vivienda-dormitorio que se erigió en los barrios periféricos de las grandes metrópolis.
Hace unas décadas se tomó conciencia de la importancia que para el desarrollo humano tiene la vivienda. Que no basta con tener un cobijo, sino que éste debe ser saludable y confortable. Sin embargo, la construcción moderna se lanzó a la productividad sin valorar la ingente cantidad de venenos ambientales en forma de substancias volátiles, de materiales cancerígenos, de espacios sin ventilación y derrochadores de energía empleados. Para empeorar la situación, el sector de la construcción tomó las riendas de la economía de estas últimas décadas en todos los países con pocos escrúpulos respecto los criterios ambientales. La economía del ladrillo se basó en la temporalidad, la mano de obra barata de inmigrantes en muchas regiones del planeta y la irracionalidad de construir barato, con materiales de baja calidad para obtener el máximo beneficio.
Frente a esta epidemia social aparece la bioconstrucción y los criterios verdes, la arquitectura diseñada para construir viviendas saludables, con materiales ecológicos, renovables, climatizadas con energía solar, geotérmica e iluminadas de forma natural. Viviendas que conviven con espacios vegetales, ya sea a su alrededor con las propias cubiertas. Moradas en las cuales el agua se reaprovecha antes de que su simple uso la convierta en un residuo.
La construcción con criterios ecológicos es la mejor opción para hacer realidad una vivienda menos agresiva con el entorno y más saludable para nuestros seres queridos.
Buenas prácticas de diseño
Planificación de una construcción
A veces se piensa que para construir sostenible se tienen que llevar a cabo complejos análisis y estudios del proyecto, e integrar a complicadas tecnologías y sistemas avanzados que nos permitan alcanzar considerables ahorros de energía, pero esto no siempre es así. No se habla de que la implementación de tecnologías para hacer más eficientes las construcciones esté mal, lo que sí está claro es que no se puede abusar de estos elementos para resolver situaciones de diseño que pudieran ser fácilmente resueltas desde el origen mismo del proyecto. El hecho de tomarse un momento para analizar el reto que representa un nuevo proyecto, comprende cómo se relaciona esta posible construcción con su contexto inmediato, con su clima, con su orientación, con su topografía, con el todo, es lo que nos permitirá tomar las decisiones que harán más eficientes a la arquitectura.
Las buenas prácticas de diseño además de hacer más eficientes a la arquitectura y a la construcción, las hacen menos costosas en términos de su consumo de energía, lo que se refleja en los costos de operación y además reduce el impacto de su huella de carbón sobre el mundo. Dichas prácticas están afuera, por miles de años los seres humanos las hemos aplicado, basta ver la arquitectura vernácula, hemos construido espacios eficientes por siglos, casas frescas en el desierto, en la costa, sin la necesidad del aire acondicionado.
El llevar a cabo buenas prácticas de diseño no es más costoso que el tomarse un momento para analizar el problema.
¿Cómo iniciaron las construcciones ecológicas?
Ante la necesidad de darle a la sociedad mayores espacios de vivienda, comercio y esparcimiento, la industria de la construcción mostró un crecimiento considerable; sin embargo, también aparecieron efectos negativos como la emisión de sustancias tóxicas y el uso indiscriminado de recursos naturales.
Lo anterior comenzó a prender focos rojos en la sociedad de los años 70’s, especialmente cuando la crisis del petróleo de 1973 hizo que se pensara en lo necesario que era ahorrar energía a través del uso moderado de combustibles fósiles como el gas y el carbón.
Una década después apareció el término “Desarrollo sostenible”, el cual establece la necesidad de pensar en los recursos que necesitarían las generaciones futuras para subsistir. Así comenzó un cambio gradual que actualmente involucra no sólo a la arquitectura y urbanismo, también a la sociedad civil y los gobiernos.
Hay tres puntos muy importantes sobre los cuales se sostiene el desarrollo sustentable:
- Comprender el ciclo de vida de los materiales que se usan
- Crear materia prima y energías renovables
- Reducir el consumo de energía y la explotación de recursos naturales
En esta parte de la historia también es importante mencionar al Protocolo de Kioto, una iniciativa que promueve el desarrollo sustentable para que las emisiones de gases con efecto invernadero no continúen dañando al planeta, pues son los causantes del calentamiento de la tierra y sus conocidos efectos, como la desaparición de los glaciares.
¿Qué es el comercio de emisiones?
Desde hace tiempo la reducción de la huella de carbono ha sido un tema clave que hemos abordado desde diferentes puntos de vista. Es así como se han llevado a cabo prácticas de eficiencia energética, aumento de energías renovables o una serie de movimientos ciudadanos que reclaman más implicación institucional, entre otras cosas. Ciudadanos, empresas y organizaciones han aportado su granito de arena, la reducción del C02 que se emite es un problema global, no local.
Debido a ello, emerge la idea de un sistema de comercio de emisiones. Este es un instrumento de mercado que se rige según el principio de “limitación y comercio”, es decir, la cantidad total de determinados gases de efecto invernadero que se pueden emitir está sujeta a un límite máximo, impuesto por la institución gubernamental correspondiente. Dentro del límite establecido, las empresas reciben o compran derechos de emisión con los que pueden comerciar entre sí en función de sus necesidades. Al final de cada año, estas deben entregar suficientes derechos para cubrir todas sus emisiones porque, en caso contrario, se les imponen fuertes sanciones. Este comercio puede ser nacional o internacional.